martes, 21 de septiembre de 2010

Cien Años de Soledad, Mónica Sacco, promoción '76

Junio de 2004






Como siempre, Edu me pone en un brete. Claro, el tipo manda fruta, que el boletín (ahora le dicen “newsletter”, viste, ¡es recanchero!), que los Graduados del Pellegrini, que la Campanita del Buenos Aires, las entrevistas a ex-profesores eméritos y no tanto, y de paso me pega un chicle en el pelo - “dale, petisa, escribite algo” . “¿Sobre qué?”, pregunto inocentemente. “Lo que se te cante”, arguye el muy gracioso y cuelga.


Y yo me agarro las mechas (recién teñidas de color violeta di-vi-no, no sabés cómo te tapa las canas) y me pongo a dar vueltas. ¿De qué quiere que escriba? ¡Si estoy obsesionada por el próximo 18 de mayo y por los estropicios que la población de este bendito país puede (podemos) llegar a hacer!
¿Habremos aprendido la lección?, me pregunto jugando con el control remoto que salta de noticiero en noticiero, mostrando cómo nuestros posibles presidentes se arrojan toda clase de armas verbales (por ahora, sólo por ahora) por la cabeza.
Se acusan, se insultan, se tratan mutuamente de incompetentes y se sacan los trapitos al sol pero eso sí, ¿un programa de gobierno? ¡Ni a palos! ¿Un plan de recuperación económica? ¿Para qué? ¿Una plataforma en salud y educación? ¿Lo qué?
Todo muy “pour la galerie”, pero de laburar, ni hablar. De laburar de político, quiero decir, que eso es ni más ni menos lo que deberían demostrar estos señores: su capacidad para ejercer el cargo honestamente y a su leal saber y entender.
Lamentablemente, pareciera que es un mal argentino endémico a lo largo y a lo ancho de la historia de nuestro país que, entre paréntesis, parece haber regresado (o mejor dicho, involucionado), al estado en que se encontraba alrededor de 1910. ¿Cómo? No, no me volví loca y a las pruebas me remito. Y ya que hablamos de prueba, les voy a tomar una chiquitita, casi un multiple choice para ver cómo andamos de memoria. Va sin nota así que no se asusten. Es nada más que para “nivelar” (esa es la gilada que dicen hoy en día los profes cuando verifican el espantosamente bajo nivel del alumnado en general).

Preguntita N°1: ¿Quién dijo: “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”? Como si el ser extenso y tener cuatro husos horarios hubiera “aquejado” el desarrollo de nuestro amado-odiado Gran Hermano del Norte. ¿Sería por este error de concepto que muchos de nuestros pro-hombres se la pasaron tratando de achicar el territorio? Porque ni más ni menos que eso hizo Bernardino Rivadavia al facilitar la separación del Alto Perú y la Banda Oriental; los unitarios, al buscar la ayuda extranjera para segrerar el Norte y la Mesopotamia; el mismo Mitre con la terrible guerra con el Paraguay. Casi se dieron el gusto de separar a Buenos Aires del gobierno de Paraná (el del Primer Entrerriano). ¿Que quién lo dijo? Uy, casi me olvido: Juan Bautista Alberdi.

Perlita (perdón, pregunta) N° 2: “La grandeza del Estado está en la pampa pastora, en las producciones del Norte y en el gran sistema de los ríos navegables cuya aorta es el Plata. Por otra parte, los españoles no somos ni industriales ni navegantes y la Europa nos proveerá por largos siglos de sus artefactos a cambio de nuestras materias primas.” !Largos siglos! ¿Y la industria? Bien, gracias. ¿Para qué la queremos con un proveedor tan generoso? O mejor dicho, con un presidente tan generoso, porque el que mandó fruta fue Sarmiento.

Me parece que andan medio flojitos, chicos.

Va la N° 3. “Pudimos en tres años introducir cien mil pobladores (N de la A: habla de los inmigrantes) y ahogar en los pliegues de la industria (N.de la A.: agropecuaria exclusivamente) a la chusma criolla inepta, incivil, ruda, que nos sale al paso en cada instante”. Pavada de xenofilia. ¿Quién? Sarmiento,of course.

N° 4: “Llegaremos a exportar manufacturas dentro de mil años”. Esta fue profética, porque con los gobiernos que tuvimos entre 1853 y 2003, nos ocupamos de hacer pelota cuanto tallercito se nos cruzara delante. Ah, fue Billinghurst.

Siguen los éxitos con la N°5: “Es imposible proteger a los industriales, que son los pocos, sin dañar a los ganaderos, que son los más”. Tomá pa’vos, pelandrún. A ver si te creés que nos vamos a andar preocupando por una fabriquita de morondanga. ¿No sabés que las vacas, de tan bien educadas que son, se crían solas? ¿Y que al pasto lo riega Dios? ¿Vos no serás anticlerical? Y ahí no más don Dalmacio Vélez Sarsfield le dio con el Código Civil en los dedos a la industria.

Tengo más, a no desesperar: “El país tiene exceso de población y la solución es que emigre el excedente innecesario para la economía pastoril”: Dr. Ernesto Hueyo, ministro durante la Década Infame (a estas alturas, no queda una que no lo sea). “La población que conviene a la República está en la relación de cuatro vacunos por cada hombre” : Faustino Frano, presidente de la Sociedad Rural. ¿Sacamos las cuentas? (Bueno, ya sé que ésta es de Matemáticas, pero la tentación es grande...)

¿Sigo? Para qué, dirán algunos, si parece que no tenemos remedio. Error. Sí tenemos. Al alcance de la mano, donde estuvo siempre. Sólo hay que ponerlo en práctica pero de verdad, sin medias tintas ni puñaladas en la espalda de la nación.

“No hay en el mundo un solo estadista serio que sea librecambista en el sentido que aquí (N de la A: en la Argentina) entienden esta teoría. Hoy todas las naciones son proteccionistas, y diré algo más: siempre lo han sido y tienen fatalmente que serlo para mantener su importancia económica y política. El proteccionismo puede hacerse práctico de muchas maneras, de las cuales las leyes de Aduana son sólo una, aunque sin duda la más eficaz, la más generalizada y la más importante. Es necesario que en la República se trabaje y se produzca algo más que pasto.”

Bueno, bueno. Se mandó el parrafito el hombre. ¿Algún Ministro de Economía prospectivo? Frío, frío. ¿Un politólogo de renombre? Helado. ¿Un político en campaña? Niet, niet. ¿La conclusión de un debate entre candidatos? Ojalá. ¿Y? ¿Alguna idea? Les paso una ayudita más a ver si aciertan:
“Lo que hoy sucede es hijo legítimo de los errores cometidos hace treinta años” (...) “los usos y los abusos no son de generación espontánea, son el fruto necesario de hechos que se han venido produciendo en los cuales han tenido parte todos los hombres públicos que se agita hoy en el escenario político” (...) “El inmenso poder que han llegado a tener los presidentes de la República ha sido la consecuencia forzosa de su educación política... de su falta de educación política.”

¿Seguimos en ayunas? Bueno, por esta vez, vayan. Fue Carlos Pellegrini, hace más de cien años. ¿Cómo terminaba la novela de García Márquez? Espero que nos vaya un poco mejor.


Mónica Sacco (promoción ’76)
monica_sacco@yahoo.com.ar

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